En 1923 se inauguró el Autódromo Terramar –llamado entonces Autódromo Nacional, en una operación enmarcada en el desarrollo de la ciudad – jardín de Terramar, pero con una amplia e innovadora visión para dotar a Catalunya de un circuito de motor. El Autódromo Terramar fue el primero de toda España, así como el tercero de Europa y cuarto del mundo, después de los de Brooklands (Gran Bretaña, 1909), Indianápolis (Estados Unidos, 1909) y Monza (Italia, 1921).
El mundo del motor irrumpió con fuerza en Cataluña en los primeros años del siglo y despertó una pasión que resultó creciente. Esto motivó que desde diferentes ámbitos relacionados con este incipiente deporte se buscaran oportunidades para organizar carreras, todas ellas en circuitos urbanos o en carreteras comarcales. La primera prueba del motor fue en 1908 y se celebró, precisamente, donde poco después se construiría el Autódromo. Se trataba de una carrera de 9 vueltas en un recorrido de 27,8 kilómetros comprendidos entre Sitges, Ribes, Canyelles y Vilanova, que se bautizó como Circuito del Bajo Penedès. El cartel de la prueba, obra del artista Ramon Casas, mostraba una imagen de Sitges desde la cruz de Ribes, en Santa Bàrbara. La carrera estaba organizada por el Automóvil Club de Barcelona –que cuatro años después pasaría a denominarse Reial Automòbil Club de Catalunya– y tenía por nombre Copa Catalunya. Participaron 19 pilotos, pero sólo finalizaron 10, con el italiano Giosuè Giuppione como ganador.
Al año siguiente se celebró de nuevo el mismo trofeo, con victoria del francés Jules Gout, que completó las 9 vueltas del recorrido en 6 horas y 18 minutos. Ambos campeones de 1908 y 1909 ganaron pilotando un Lyon-Peugeot, que era la marca que en aquellos primeros años del siglo dominaba el emergente mercado de las competiciones del motor. Gout corrió a una media de 57 kilómetros por hora.
La Copa Catalunya se trasladó en 1911 al Maresme, con el nombre de Copa Barcelona. Salió de Vilassar y pasó por Argentona y Mataró para terminar en el mismo punto de salida. También en aquellos años se organizaron dos ediciones de la Prueba de Regularidad y Turismo, así como la Copa Tibidabo (1914), mientras que en 1915 se celebró una prueba Barcelona – Madrid – Barcelona entre dos fabricantes: J. Custals y Josep M. Moré. Ninguno de los dos logró llegar a su fin.
La carrera que contribuyó a popularizar el motor fue la Volta a Catalunya en vehículos, que se celebró entre 1916 y 1920 (no confundir con la Volta Ciclista a Catalunya, creada en 1911, la más antigua del Estado español y cuarta del mundo, tras las de Francia, Bélgica e Italia). Esta Vuelta de coches fue predecesora de lo que a partir de 1957 sería el Rally de Catalunya, y en la primera edición tenía un itinerario de 645 kilómetros, que recorrían varias comarcas catalanas. Esta expansión territorial favoreció el interés del público, que por primera vez tuvo la oportunidad de ver una carrera de vehículos junto a su casa.
Ese mismo 1916 se creó la Peña Rhin, una de las entidades catalanas más activas y relevantes del mundo del motor. En 1921 organizó la primera edición del Gran Premio de la Peña Rhin, que se disputó en Vilafranca, donde repetiría los dos años siguientes. Precisamente, el campeón de esta prueba en su edición de 1923 fue el piloto francés Albert Divo, el mismo que ganaría la primera carrera de automóviles del Autódromo Terramar, el 28 de octubre de ese mismo año. El Gran Premio de la Peña Rhin se continuó celebrando de forma intermitente entre 1933 y 1954 en Barcelona, primero en Montjuïc (que entre 1969 y 1975 acogería cuatro campeonatos de F1) y después en Pedralbes, ambos en circuito urbano.