Terramar es el nombre del primer autódromo que se construyó en España y el tercero de Europa. También es el nombre de la ciudad – jardín impulsada por el industrial Francesc Armengol en Sitges como espacio de bienestar, ocio y cultura. Es el nombre de los jardines novecentistas, del club de golf, de un hotel y de otras muchas iniciativas surgidas en esta urbanización vinculada a un preciso modelo estético y de civilidad. Ahora es también la marca de un vehículo: el Cupra Terramar, que se ha presentado estos días con motivo de la Copa América, que se celebra en Barcelona, con presencia también en Sitges.
El Cupra Terramar es fruto de un cuidado proyecto de esta marca con sello de Barcelona. Nace con la voluntad de homenajear al Autòdrom Terramar, justo cumplidos sus primeros 100 años de vida. Precisamente, ha sido en las instalaciones del Autòdrom donde la compañía ha realizado algunos de sus eventos internos más relevantes: en 2018 adaptó los interiores de la grada del circuito para llevar a cabo el lanzamiento mundial de la marca Cupra. Y hace dos años, construyó un edificio provisional en el interior del recinto para presentar, de la mano de su presidente, Wayne Anthony Griffiths, tres vehículos: el Cupra Tavascan, el Cupra Urban Reel y el propio Cupra Terramar, ahora a la venta.
Para el Autòdrom Terramar constituye un motivo de orgullo enorme que un nuevo modelo de una marca de Barcelona con presencia internacional lleve su nombre. Terramar adquiere ahora, gracias a esta decisión, una extraordinaria proyección mundial. Es una excelente manera de culminar el centenario del circuito, que permite resaltar de nuevo la apuesta por mantener y conservar su historia y aportarle un nuevo dinamismo con la actividad que recuperará las instalaciones gracias al proyecto de reapertura.
El nacimiento del Cupra Terramar aterriza con una campaña de comunicación de notable valor, firmada por otro amigo de Sitges, el director de cine J.A. Bayona. Hace unos meses, Bayona rodó en el interior del Autòdrom diversas secuencias del espectacular anuncio, donde confluyen imágenes de la centenaria pista con otras procedentes de la postproducción. Bajo el lema There is no second, el vídeo es una oda a la competitividad, donde confluyen códigos visuales propios del cine y la comunicación deportiva.