Fue un evento de primer nivel, tanto en Sitges y Sant Pere de Ribes como en el conjunto de Catalunya. El inicio de las obras de construcción del Autòdrom Terramar, hace cien años, atrajo la atención de vecinos, visitantes, medios de comunicación y representantes institucionales.
El acto, celebrado el 17 de septiembre de 1922, permitió visualizar la importancia de una obra y un equipamiento, que representaba la plena modernidad del país y, al mismo tiempo, su competitividad en un terreno absolutamente nuevo en esa época, como era el motor. En Europa sólo había dos circuitos para automóviles: Brooklands, en Gran Bretaña (inaugurado en 1909), y Monza (Italia), abierto un año antes, en 1921. En Estados Unidos también estaba Indianápolis (1909). Y no había ninguno más. Que se construyera uno en casa representó, para la gente de Sitges y Sant Pere de Ribes, un motivo de satisfacción, interés y orgullo.
El inicio de las obras estuvo acompañado de fiestas y celebraciones que duraron todo el día. La convocatoria estuvo preparada por la sociedad Autódromo Nacional S.A., impulsora del circuito, pero también contó con la implicación de ambos ayuntamientos (que no se ahorraron alguna polémica entre ellos) y sociedades locales.
Que el alcance de la celebración tenía carácter nacional lo ilustra la lista de invitados y participantes y que el propio programa de actos citaba el inicio de la convocatoria a las 12h del mediodía en la estación de Passeig de Gràcia de Barcelona. El tren llevó a los participantes hasta Sitges, donde a las 13h se celebró una recepción oficial en el Ayuntamiento, presidido por el alcalde Josep Planas i Robert. Asistió el capitán general de Catalunya, el marqués de Estella, que lo hizo en representación del propio Rey de España, Alfonso XIII.
Tras el acto en la Casa de la Villa, la comitiva bajó por las escaleras de la Punta hasta la Ribera, donde se congregaba una multitud de personas, que querían ser testigos del momento y ver en persona a los representantes institucionales. Los invitados recorrieron todo el Paseo, hasta el Park Hotel de Terramar, donde participaron en un banquete ofrecido por la sociedad. El Paseo Marítimo y las primeras casas de Terramar apenas se habían estrenado y constituyeron el escenario ideal para acompañar el gran evento: tras la inauguración de las obras se sirvió un lunch y concierto en los Jardines de Terramar. La fiesta duró hasta la noche, con un baile en el Pabellón de Mar, después de un castillo de fuegos en el Baluard. También las dos sociedades del Retiro y el Prado se engalanaron y participaron en la fiesta.
Además del capitán general, al acto asistieron el presidente de la Audiencia de Barcelona, diputados, alcaldes y concejales de diversas poblaciones, así como representantes del Real Automóvil Club de España y del Aéreo Club de España. Precisamente, durante la jornada una avioneta sobrevoló a Sitges, con varias maniobras sobre el cielo, que despertaron la atención del público.
Con la inauguración de las obras, la sociedad puso la directa y elaboró un plan para que, en tan sólo 300 días estuvieran terminadas, pese a la complejidad de algunos elementos de la actuación, como la construcción de las curvas peraltadas. El Autòdrom Terramar iniciaba su vida como circuito.